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hermanos kodama cuentan cómo lograron rearmarse tras el escándalo del transantiago

domingo, 14 de enero de 2018

Desde 2011 exigen al Estado el pago de una indemnización de $17 mil millones como concepto de sobrecosto por la construcción de un corredor del plan de transportes capitalino. Una obra que, aseguran, valía más del doble de lo indicado en las bases y que demoraron 1.235 días en construir. "Nos decían: por fin Kodama se ganó el gran proyecto de su vida, y fue lo que nos hundió", reflexionan. La semana pasada ganaron en primera instancia un juicio por este tema, según ellos, muestra de que todo lo que han argumentado es correcto.

El 21 de noviembre de 2011, Kenji, Seiji y Yoshio Kodama se reunieron en la parcela de su mamá en Calera de Tango para participar de lo que ellos mismos llaman una ceremonia simbólica: plantar un ginkgo, el tradicional árbol de la cultura oriental. "Cuando cae la bomba de Hiroshima, 10 kilómetros a la redonda murió todo ser viviente. Al año siguiente cuando estaban haciendo la limpieza, en un templo, a un kilómetro, descubren un árbol quemado, un ginkgo biloba, que tenía un brote. Hoy se llama el Ginkgo Hiroshima", cuenta Kenji Kodama (54 años), el mayor de los hermanos.

La analogía representa lo que ocurría en ese momento en la vida de estos hermanos. En 2010 recibieron, en sus palabras, "una bomba atómica", cuando se desató una tormenta política en la que se vieron inmersos, con consecuencias económicas y judiciales por el millonario sobrecosto y el extenso plazo que tomó construir el corredor de Pedro Aguirre Cerda (PAC), el más grande de los 60 que conforman el Transantiago, y que estuvo a cargo del Consorcio Kodama, de propiedad de Kenji y Seiji Kodama (ver entrevista).

A fines de 2011 hubo varios hitos que despejaron el camino de Kodama, dicen. Por eso, la elección del ginkgo como símbolo del "renacimiento y la esencia que nunca muere". De hecho, Ginkgo es el nombre de la empresa de gestión inmobiliaria que crearon en 2012. "La gracia es que la K, nuestra K, está al medio, protegida", señalan.

Por primera vez desde que estalló el escándalo, los Kodama acceden a contar su historia. La semana pasada ganaron en primera instancia un juicio contra la Dirección de Vialidad del Ministerio de Obras Públicas -el mandante del corredor de PAC-, en el que piden una indemnización por $17 mil millones.

La impronta japonesa que viene del abuelo

La historia de los Kodama en Chile parte en 1931, cuando llega su abuelo, Asazo Kodama, quien era del pueblo de Gifu, cerca de Nagoya. "Para los japoneses que llegaron en esa época, era sumamente importante la educación de los hijos y se abocaron a que fueran profesionales", cuenta Seiji Kodama (51 años). De hecho, Isamu Kodama, el papá de los tres hermanos, que murió en 2008, estudió en el Instituto Nacional y se tituló de ingeniero civil en la Universidad de Chile, los mismos pasos que siguieron Kenji y Seiji, mientras que el menor de los hermanos, Yoshio (42), estudió en el colegio Saint George's y luego ingeniería civil industrial en la Universidad Diego Portales.

La vida de los hermanos Kodama está marcada por la impronta japonesa de sus ancestros. "Mi mamá desde chicos nos condicionó, porque nos decía 'ustedes tienen una cara distinta, por lo tanto tienen que ser ordenados e impecables porque si cometen algo indebido, los van a cachar altiro'. Entonces el deber ser fue muy fuerte. Además, nos inculcó el tema de la unidad, no es casualidad que siempre andemos juntos", dice Kenji Kodama sobre la educación de su madre Sylvia Meneses, también descendiente de japoneses.

Kodama: de los pavimentos participativos al Transantiago

Ingeniería y Construcción Kodama, la primera firma de los Kodama, surgió en septiembre de 1991. "No teníamos contactos, salvo la buena imagen de mi papá que nos abrió puertas y que también era una gran responsabilidad. Trabajamos en Isla de Maipo, Talagante, Peñaflor, etc. Y después saltamos a construir veredas. En eso anduvimos tres años hasta que se incorporó Seiji y nos cambiamos a una oficina en Simón Bolívar", recuerda Kenji Kodama.

En seis años, la empresa tuvo un crecimiento vertiginoso. Pasaron de construir pavimentos participativos -iniciativas vecinales en comunas de la Región Metropolitana con déficit- a la construcción de vialidad intermedia, y luego a vialidad urbana, con contratos que rondaban los $7 mil millones.

Kodama debutó en 1995 en la categoría cuatro del Serviu Metropolitano, cuyo único requisito es ser ingeniero, pero fueron escalando posiciones hasta que a inicios del 2000 ya estaba en categoría uno. "Ya teníamos contratadas a 350 personas para pavimentos participativos y ahí creamos Kodama Construcciones para ir a la V Región a hacer lo mismo", cuentan.

En 2006, surgió la oportunidad de postular a construir uno de los corredores del Transantiago. Lo hicieron uniendo las dos empresas Kodama bajo el nombre de una tercera, Consorcio Kodama. Contra todo pronóstico, el penúltimo día de ese año, se adjudicaron el corredor de PAC. "Nuestra gente nos decía por fin Kodama se ganó el gran proyecto de su vida, y fue lo que nos hundió", reflexionan.

Los hitos de la recuperación

Una vez iniciadas las obras empezaron los incumplimientos del Serviu, cuentan. Según las bases de licitación, los terrenos necesarios para trabajar se expropiarían en meses, pero demoraron tres años. Mientras el Serviu no podía expropiarlos, Kodama se los arrendó a terceros.

Pero hubo más inconvenientes, señalan, como correr los servicios de postaciones de telecomunicaciones (los postes) para construir el corredor. En las bases, estas faenas aparecían a cuenta de los operadores telefónicos, pero estos reclamaron ante la Contraloría, que les dio la razón, y tuvo que pagar el Estado, lo que generó más demoras. "El problema de las expropiaciones y de los servicios, que vimos hace 10 años, también está ocurriendo hoy, la diferencia es que se está resolviendo mucho antes. Hoy a las empresas que hacen los corredores se les están pagando los gastos generales por estos atrasos", dice Seiji Kodama.

Ante la ineficacia de la reclamación administrativa que habían hecho al Serviu, en diciembre de 2010 lo demandaron por cerca de $41 mil millones. Pero pactaron una indemnización por $17 mil millones, que el ministerio había autorizado a través de un decreto supremo y luego se negó a pagar.

Los proveedores subieron los precios y la banca empezó a acortar las líneas de crédito. Así, la deuda del consorcio Kodama ascendió a cerca de $43 mil millones. "Perdimos todo, se entregó todo, nuestras maquinarias, equipos, terrenos, oficinas que eran propias...", dice Kenji Kodama. Los costos también fueron personales: Seiji Kodama perdió su casa. "La tuve que vender para poder vivir durante todo este tiempo...", revela.

En mayo de 2011, la Contraloría emitió un lapidario informe en el que desechó este acuerdo y estimó en poco más de $130 millones el monto a indemnizar.

Pero, desde fines de 2011 se produjeron hitos que marcaron la recuperación de los Kodama. El primero fue un informe del Centro de Estudios y Asistencia Legislativa de la Universidad Católica de Valparaíso (CEAL-UCV) que estrechaba las cifras de lo adeudado a Kodama. "El Fiscal José Morales de alguna manera nos creyó y mandó a hacer ese informe del CEAL, cuya conclusión fue que a lo menos se nos deberían $10.000 millones, cuando el contralor había dicho $130 millones. Ese fue el momento en que dijimos nos salvamos, nos creyeron", aseguran.

Pese a las dificultades, terminaron 19 de un total de 20 obras, salvo una ruta a Ensenada en la que, cuentan, no les entregaron todos los terrenos para trabajar, les cobraron las boletas de garantía y les liquidaron el contrato, lo que detonó otro juicio y profundizó la crisis. "Cuando estalla todo esto no entendíamos nada. Estábamos con una empresa funcionando muy bien, nos estaba yendo muy bien, a pesar de que estábamos muy golpeados de caja. Teníamos veinte obras funcionando a lo largo del país, estábamos en la Carretera Austral, en la Araucanía, en Concepción, un camino internacional en Putre, el aeropuerto de Chiloé...y el año 2012 tuvimos que despedir a 1.200 trabajadores, perdimos la maquinaria completa, los equipos de trabajo, los registros y los terrenos. Y para gente como nosotros, a la que siempre se les dijo que uno de los mayores activos era tu honorabilidad, que te peguen precisamente...", dice Seiji Kodama emocionado y se quiebra sin poder terminar la frase.

En esta época se incorporó Yoshio Kodama, quien estaba en terreno en Ensenada y se trasladó a Santiago para apoyar a sus hermanos. "Creo que es importante aclarar la falsa idea de que hemos recibido algo o parte de los montos adeudados. Hasta hoy, nunca se nos ha pagado ni un solo peso", aclara el menor de los hermanos Kodama. "Me produce muchísima pena darme cuenta de que, pese a las cuantiosas pérdidas -materiales y patrimoniales, equipos humanos de excelencia-, mis hermanos aún crean que esta tormenta dejaría una lección para el sistema. Soy de una generación más joven y pragmática y me doy cuenta de que esto, al parecer, ha servido de muy poco. Prueba de esto es que el Intendente Orrego a raíz del corredor Vicuña Mackenna, ratifica que hoy los problemas aún continúan. Esto quiere decir, que aún después de 11 años, se siguen dilapidando recursos de todos los chilenos y se ha aprendido muy poco", agrega.

En 2012 se aprobó un convenio judicial preventivo -con 408 acreedores, incluida la banca, y con el único voto disidente del Estado-, que quedó a cargo del síndico Felizardo Figueroa.

"Hemos sido investigados por todos lados y no se encontró nada"

Adicionalmente, en 2013 se despejó la arista penal del caso. "Con eso volvimos a ser ciudadanos honorables y no solo honorables, somos de los pocos que hemos sido investigados por todos lados y no se encontró nada", dice Kenji Kodama.

"En todo este proceso judicial hubo que hacer muchísimos informes, generar la prueba necesaria y en eso nos ayudó muchísimo, incondicionalmente, la gente que trabajaba con nosotros. Hay muchas horas de profesionales que en forma absolutamente voluntaria nos ayudaron y hay un tremendo trabajo del equipo en ayudarnos, en apoyarnos para poder salir adelante", acota Seiji Kodama.

Todo esto fue lo que los llevó a formar Ginkgo, firma que tiene como socio principal a Yoshio Kodama. La gestora inmobiliaria se dedica a buscar terrenos, formar equipos de profesionales y se asocia con inmobiliarias para levantar proyectos. Hoy, están trabajando con una inmobiliaria grande, en un proyecto en San Miguel y otro en Providencia.

¿Volverán a trabajar para el Estado? "Somos ingenieros y esto lo sabemos hacer y muy bien (trabajar con el Estado). Nunca es bueno decir nunca jamás", responden.

"No basta con ser técnicos, esta era la transformación de la ciudad. Uno debía tener un equipo de prensa y un equipo intercomunicador con cinco municipalidades, con distintos ministerios. Eso lo hacen los grandes".

kenji kodama

"Cuando estalla todo esto no entendíamos nada. Estábamos con una empresa funcionando muy bien, nos estaba yendo muy bien, a pesar de que estábamos muy golpeados de caja".

seiji kodama

"Me produce muchísima pena darme cuenta de que, pese a las cuantiosas pérdidas, (...) mis hermanos aún crean que esta tormenta dejaría una lección para el sistema (...) soy de una generación más joven y pragmática y me doy cuenta de que esto, al parecer, ha servido de muy poco".

yoshio kodama

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